
Con el corazón agradecido, me despertaba el suave cantar de las aves, contemplaba el atardecer en la puerta de mi cuarto, desayunaba las delicias caseras de Julia, y lo más hermoso: tan sólo subía una escalera, atravesando la vegetación del lugar… y llegaba a San Damián… Fui vecina, algunos siglos después, del primer Convento de Clarisas, donde vivió Clara y sus primeras hermanas ¡Y donde Francisco recibió el llamado del Señor de reparar su Iglesia! No me alcanzan las palabras para expresar lo vivido en Asís
Lucia